
La oscuridad se cernió sobre mí. Todo había desaparecido y en su lugar solo había quedado la oscuridad. El silencio perturbador se había apoderado de aquella amplia y oscura estancia en la que no había nadie más que yo. Sabía por qué estaba allí. Sabía lo que me esperaba, pero no tenía miedo. Echaría de […]
El Ángel de la Muerte. — LOS RELATOS DE RAKEL